La suerte siempre nos vigila.

lunes, 26 de marzo de 2012

Detalles elementales de la pirámide de Maslow.

La vida es así una mentira, la verdad y la realidad viajan por caminos diferentes y rara vez se cruzan. Cuando esto ocurre el diablo se disfraza de amigo y te tienta con una suculenta oferta. No hablo de vender el alma a nadie, no hablo de obtener riquezas a cambio de algún tipo de dignidad. El premio, al final, siempre es la indiferencia, la más absoluta y gélida indiferencia.

Cuando llegas a uno de esos cruces y te detienes confundido, cuando no hay ningún cartel que te indique a donde ir, lo que quieres es seguridad. La pirámide de Maslow, esa majestuosa construcción que te ata de pies de manos y dicta tu vida. Lo último de esta pirámide debería de ser siempre lo primero en la mente de cualquiera, pero en lugar de eso haces patria del primer montón de mierda que pisas y te pones a soñar con ser el menos piojoso del barrio. Fenomenal, eres idiota.

Tu no lo sabes, y como no lo sabes te da igual. La autorealización nunca puede llegar hasta que no has pasado el resto de escalas. La primera es bastante evidente, hablamos de supervivencia. Y aun así no debería de ser exclusiva, sobre esta se no se deben de erigir las demás si no que esta debe de mezclarse con cada uno de los escalones de la pirámide. Pero a nadie le interesa. Si quieres generar una sociedad de consumo esclava necesitas a un poderoso diablo sin escrúpulos.

La pirámide de Maslow es un arma poderosa para estos. Pero el problema no es que alguien la haya planteado, pues no carece de lógica, el problema es que se haya empleado para atentar contra nosotros.

Durante mucho tiempo nos han estado metiendo en la cabeza que si queremos ser alguien y poder repercutir de algún modo en el mundo, en la historia y en la vida de las personas, tenemos que escalar por esta pirámide. Nos dicen que un pobre muerto de hambre no puede ser importante, nos dicen que sin contactos, que sin éxitos (normalmente económicos) o sin ser una persona pudiente no puedes ser importante. Nos dicen que no podemos alcanzar la autorealización si no pasamos esos estados primero.

Cada día lo pensáis, lo decís, lo escucháis, "es que no soy quien de hacer esto o lo otro", "es que no puedo cambiar nada", "es que nadie me hará caso", "es que yo solo no soy nadie"... resulta que todo el mundo es inútil. La gente siempre ha vivido así. la pirámide de Maslow acierta plenamente.

¿Plenamente? Quizás no, siempre hay gente que se salta todos los pasos intermedios y alcanza la cima a base de voluntad. En realidad no hay anda que escalar, se trata de comprender. No comprender lo que nos quieren meter, si no lo que llevamos dentro. El problema es que esa gente en seguida se eleva sobre el resto, que no son peores que ellos, simplemente no se han dado cuenta de la revelación. Y esta gente más poderosa se corrompe y conspira contra el resto para que jamás descubran como llegar a ser como ellos. No ocultando la meta, si no haciéndola parecer inalcanzable, alimentando el ideal de que existen el arriba y el abajo, ordenando las cosas, los sucesos, las prioridades. Anulan la simultaneidad de todo cuanto nos rodea.

Ahora mismo el nivel de exigencia para subir en la pirámide es inmenso y en muchos casos las metas de las personas son vulgares, eso en el mejor de los casos porque en la mayoría ocurre que la única obsesión es quedarse en el punto número tres, el reconocimiento: riquezas, lujo, opulencia, verse por encima del resto desde un punto de vista material. La cima del consumismo.

Los más poderosos solo han necesitado cultivar el punto cuatro, el último, porque han nacido con todo lo anterior resuelto, no como tu, que solo has nacido con el punto primero asegurado y morirás afianzando eso para tus hijos y luchando por no perder privilegios del punto segundo, ese que indica que buscarás un empleo, una vivienda y que tendrás una familia.

Si os fijáis nos mienten y nos hacen seguir un patrón lógico, como las máquinas. Nos inhiben.

Pues bien, nada de eso es cierto y tu eres importante. La verdad no es real, la realidad siempre supera la ficción, pero ellos no quieren que te des cuenta. Si lo haces en seguida correrás a decírselo a los demás y estos quizás te crean y te hagan caso, entonces se lo dirán a más gente y todos sabrán que entre el primer punto de la pirámide y el último no hay ninguna distancia, el ser humano ya es de por sí todo lo que necesita ser, nada que el mismo ser humano haya inventado para mejorar como persona te ayudará. Suena un poco budista, pero es así. Hay gente conspirando constantemente, gente dominando voluntades, gente manejando cifras de millones. No hablo de millones de euros, o dólares o de libras, si no de millones de personas y no hablo de líderes de gobiernos o dictadores. Bien, esas conspiraciones solo se frenan de un modo, cagándose en la pirámide de Maslow, viajando a la cima en plan teletransporte, ponerse por encima de la sociedad e influir en todo cuanto te rodea, conectar con la gente, hacer valer tu condición y anular los grilletes impuestos. Demostrar que el dinero no vale nada, que sus leyes no valen nada, que sus normas no valen nada, que su fe no vale nada. Quieren que todas esas cosas nos superen, que dependamos más de ellos que al revés. Como el empresario que te da trabajo como un favor en vez de ver la realidad, que tu trabajo le da a él sus beneficios.

Incito directamente a la más valiente y pura rebeldía posible, no quiero alzamientos, quiero que el sistema deje de valer, que solo unas simples normas morales rijan la evolución de un mundo que creamos entre todos con nuestras mentes: respeto, solidaridad y honestidad.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Detalles elementales del día de la poesía.

Llevaba tiempo sin publicar nada nuevo y sigo, por mi gran vaguedad, sin hacerlo. Esto es fruto de tu imaginación, simplemente.

Hoy es el día de la poesía y de poesía trata, así que no habrá ni datos ni explicaciones, ni tampoco reseñas a otros artistas, hoy hablaré lírico, hablaré sin prisas y lo haré de ritmos, melodías y de rimas. Hoy seré poeta, mostraré al mundo la teta de la que más mamé. Hoy seré un profeta, no seré un mudo sin letra, esa que tanto amé.

Hoy en día cualquiera puede ser, o considerarse poeta. Es muy fácil, yo mismo tengo un blog. Y lo cierto es que todo el mundo tiene la capacidad de serlo. Muchos lo hacen por moda, otros por soltar lo que llevan dentro, en esos casos y lo que pasa con más frecuencia es que sus vistas y su ingenio permanecen acotados por sus hábitos. Si experimentan soledad no harán otra cosa que clamar por esos amores deseados o maldecir a la sociedad porque es defecto de esta que el poeta en cuestión no tenga a nadie a su lado, si es felicidad quizás hablen de luz y de paisajes hermosos. A saber.

Yo soy de inspiración incierta, hoy escribo una chorrada y mañana abro el corazón o escribo sobre mis sueños. Vaya usted a saber.

Pero hoy es el día de la poesía y lo justo sería ofrecer algunos versos, porque claro, antes rimé y doté de ritmo a unas líneas, pero estaba en prosa y claro, el efecto no es el mismo.

Los raperos de turno (ojo, algunos escriben que da gusto) basan todo lo que hacen en la rima por encima de lo demás, sacrifican lo que sea con tal de que haya rimas, hasta la coherencia. Y no solo ellos, de hecho la mayoría de las personas consideran que para que la poesía sea poesía, tiene que rimar y además estar en verso. De ahí que muy probablemente, a pesar de la cadencia medida de mis palabras, al menos en muchas ocasiones, solo se considerará poesía aquel texto en verso que tenga marcadas y cansinas rimas y que más o menos, esto no suele ser importante en los blogs del 90% de los poetas, tenga melodía y métrica.

Vamos a ver la definición de poesía:


poesía.
(Del lat. poēsis, y este del gr. ποίησις).
1. f. Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa.
2. f. Cada uno de los géneros en que se dividen las obras literarias.Poesía épica, lírica, dramática.
3. f. por antonom. poesía lírica.
4. f. Poema, composición en verso.
5. f. Poema lírico en verso.
6. f. Idealidad, lirismo, cualidad que suscita un sentimiento hondo de belleza, manifiesta o no por medio del lenguaje.
7. f. Arte de componer obras poéticas en verso o en prosa.



¡Oh, sorpresa! (Le dijeron a la monja castor) ¿Por qué no habla de esos elementos tan importantes y básicos de la poesía? Mmm... da que pensar, la RAE se equivoca, está claro.

Esto no es una crítica a los que van con la verdad de la poesía por delante, de entendidos por la vida dado que riman y hacen verso, ni tampoco es una excusa para pintar un cuadro abstracto con ceniza y pigmentos naturales y llamarlo poesía. Esto es una invitación al romanticismo, al surrealismo, a la belleza en general para hacer de nuestras vidas una obra de arte, una representación teatral inmensa en la que podamos interpretar el papel que queramos.

Feliz día de la poesía a todos.




Salió, de su casa salió
a oler el brillo de un sol que la admiraba.
Pensó, en lo inmenso pensó
mientras seguía aquel rastro con la mirada.


Y ella dijo:

"No hay cima tan alta que atrape a la altura,
ni llano tan vasto que ciegue a la vista.
Atrévete a un mundo que ofrece aventuras,
sesga la lógica con lo inaudito, se un rayo de luz 
quemando la vereda que dejó tu pasado."

Obedece a esa voz, es sabia.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Detalles elementales de un escaparate.

¡Esto es un escaparate!


(Lo de la imagen también)

Detalles elementales de los valores familiares.

Bien, esto que va a continuación es el mensaje real que le he enviado recientemente a una muchacha de una página de contactos en internet. No voy a desvelar ninguna información al respecto. Simplemente aparece ahí una breve descripción que hace de sí misma y que no dice nada en absoluto (nada que pueda revelar su identidad, se entiende). En este texto la prejuzgo violentamente pero aun así incluyo muchas reflexiones interesantes que me vinieron provocadas por el hecho de que la susodicha quiera crear una familia y que recalque para más inri, una familia con valores. ¡¿Pero que leches?!

Disfrutad de la lectura, en la próxima entrada podréis releer "La huida y el estrépito" en su versión editada y corregida.


"¿Una familia con valores? ¿Valores del tesoro o de que tipo? Jamás entenderé esa forma de encuadernar y forrar conceptos que son tan vagos y tan indefinibles como cada persona. Y ya veo que eres católica, yo no, es que no me gusta el fútbol. Pero soy admirador de Jesucristo y lo digo sin buscar ningún chisto o alguna gracia (vale, en la gracia si hay un chiste, en Jesucristo no, Jesucristo es respetable realmente).
Para realizar adoraciones simbólicas siempre he preferido la mitología sumeria, es más impactante y menos dogmática, si es que era dogmática en absoluto. Por lo demás y en lo referente a valores y creencias yo soy panteísta, que no hippy. Y te aseguro que es muy reconfortante saber que no has nacido con ningún pecado que debas redimir en torno a la iglesia y que además, no solo eso, como parte de Dios que eres tienes capacidad propia de afectar a todo lo que te rodea, vamos, que soy tan importante como individuo como en conjunto a todo lo demás existente en el universo. Sin tener que rendir cuentas a nadie. Como Jesucristo, aquel que prohibía los templos, las imágenes y las adoraciones, que estaba a favor de muchas cosas que ahora la iglesia persigue y del cual salieron 12 apóstoles de los cuales la Biblia solo recoge a 4 (me refiero a sus libros, pues se reconocen los 12 apóstoles) siendo más gracioso aún que uno de ellos ni si quiera era apóstol de Jesus.
Menudo coñazo teológico.
Yo no tengo estudios significativos, no soy graduado en nada. Tengo la ESO y un bonito ciclo de comercio que no sirve para nada. Pero bueno, seré escritor de éxito más pronto que tarde porque así lo he decidido y aquí estoy, buscando pareja, pero las más guapas siempre sois o bien de lejos, o bien católicas, o bien fumadoras o bien todo a la vez.
Seguramente seas más maja de lo que se te presupone, más allá de las creencias y de los valores cada persona es un mundo que nada tiene que ver con el vecino, eso es lo mejor de todo. Por eso te preguntaba que valores son esos que mencionas para la familia, si hablábamos de los tuyos, de los valores "estándar" que son inaplicables debido a que el azar es mucho más caprichoso de lo que suponemos (que le vamos a hacer, nos rigen leyes como la termodinámica, que incluyen el concepto de entropía y muchas veces ni eso, porque aparece la cuántica, la psicología y la neurología, la economía...)y jamás permitirá que los valores funcionen al 100% y cabe destacar que el conflicto familiar provocado por la extraña imposición de unos valores no puede ser combatido por el mismo valor que ha generado la causa, con lo cual entramos en una espiral de la que solo se sale improvisando, como siempre.
He mirado tu perfil y me resulta un poco vago. De hecho y para ser justos la que me parece un poco vaga eres tu con cosas como:
1. Ler, musica, montaña, playa,
2. Construir una familia, con valores
3. Soy una chica normal, que le encanta sonrir y encarar que la vida es para viver e ser feliz:)
4. todo tipo de musica
En serio, música sin tilde pase, pero, ¿qué es viver? ¿no repasas lo que escribes nunca? Ese nunca habría quedado mejor al principio de la pregunta... voy a cambiarlo. ¿Nunca repasas lo que escribes?, así mejor ^^
Y ahora me pregunto, ¿qué es una chica normal? ¿hablamos de un ente binario y alineado sin conciencia propia que se puede ver incrustado perfectamente como parte del engranaje de la maquinaría de una sociedad que limita nuestra perspectiva? si es así no eres normal, eres directamente un muñeco de cera del gran museo del fetichismo totalitario, ni más ni menos.
Para una persona normal la normalidad no existe y no lo hace porque lo que es normal aquí es raro en otro lugar y el simple hecho de que lo común, cotidiano o habitual no pueda considerarse como un valor (volvemos a los valores) absoluto lo inhabilita de ipso facto.
En fin, te libras porque no fumas. ¿Te apetece hablar?"

martes, 28 de febrero de 2012

La huida y el estrépito

Se introdujo en el bosque siguiendo las huellas iniciadas en el mesón, con más curiosidad que tiento mientras mascaba una bola de chicle ya endurecida e insípida. Las ramas al partirse a su paso le produjeron algún que otro rasguño, pero era un hombre acostumbrado ya a moverse por esos terrenos. Salvo los grillos nada más que él parecía habitar el mundo en ese instante, allí, alejado de la ciudad. 

Por un momento le pareció ver algo moverse entre los arbustos, en una zona oscura oculta por la sombra de un enorme y frondoso roble que impedía el reflejo de la luna. Él estaba convencido de que era ella, que se había escondido ahí, pero la lógica no acreditaba su ilusión, pues claramente ahí no tenía cabida el cuerpo de una persona adulta, aun siendo esta una joven esbelta y espigada. 

Se aproximó al lugar igualmente e hizo el ademán de apartar algunas cuantas hojas, pero consciente de que con eso tampoco conseguiría ver nada metió la mano hasta donde pudo y agito el brazo tanteando algo parecido a un brazo, pierna o incluso pelo que pudiese agarrar. 
Solo agarró algunas cuantas bayas y astillas, las cuales se le clavaron en los dedos mezclando la sangre con la pulpa rojiza de aquellos pequeños frutos. En el acto y por reflejo se frotó la mano contra la camisa tiñéndola con los mismos pigmentos. 
Francamente, terminó hecho un pincel. 

- Y sabía Thomas que no escaparía, que podíamos desatarla, que la habitación era segura - masculló para sí en un tono airado y de completo desahogo - nunca sobran un par de grilletes, pero en lugar de eso le permitimos vestir incluso nuestras camisetas de algodón y nuestros jeans... 

John Weir, enclenque y cuasi desdentado paleto sureño, poco acostumbrado a los alumbramientos de la declaración universal de los derechos humanos, era un hombre de unos treinta y pocos años, ávido de emociones fuertes y con aires autoritarios que poseía un extremado toque infantil en su mirada y en su rostro carente de bello. Una enorme quemadura provocada, según cuentan, por el vuelque de una sartén llena de aceite caliente mientras ayudaba en la cocina a su tía abuela Delia en una fecha indefinida de su infancia, decoraba su papada y parte de su pecho. Era más bien bajito y su rizado y corto cabello, constantemente encrespado y seco, brillaba, si se puede decir que lo hiciese, en un tono zanahoria que lo envolvía en un aura poco menos que angelical. Siempre gastaba jeans, camisas eminentemente cuadriculadas, tirantes y botas altas, aunque esta vez lucía unas galas más refinadas con mocasines, pantalón de pinza y camisa blanca que debían de ser devueltos al día siguiente y que, como ya sabemos, han sido decorados a ramalazos, como una buena pintura abstracta. Cuando no mascaba chicle, jugueteaba con pajillas en la boca y si no se chupaba y mordía los nudillos, llenos estos de muescas y hoyadas causadas por sus propios dientes y por algún que otro impacto errado en alguna pelea. 

Solía malhumorarse con facilidad y era muy impaciente, desde luego esta situación que nos ocupa no era una excepción y John Weir ya estaba representando su crispación en una perfecta interpretación de si mismo en el magnifico escenario natural que lo arropaba. John iba a explotar y por suerte no había nadie cerca para verlo. 

Avanzó a trompicones, pateando cuanto había a su paso, maldiciendo en diversas lenguas y jergas e incluso inventando algunas nuevas en busca del énfasis que su nervio requería. Caracoles, escarabajos, roedores varios, nada estaba a salvo. Cada objeto y cada ser que se interponía en su camino participaba de la misma suerte, sería aplastado. 

Con semejante estruendo cualquier persona a menos de 10 kilómetros de distancia podía prevenirse y predecir con bastante exactitud su posición, con lo cual, flaco favor se estaba haciendo a sí mismo en su empeño de recuperar a la chica, que si no estaba muy lejos, al menos si que podría moverse con libertad despreocupándose de hacer ruido, o al menos, más ruido que John, lo cual era totalmente imposible e inalcanzable para cualquiera.

Lilith no debía de estar allí, lilith no debería de haber conocido a aquellos hombres y desde luego lilith no tendría que haber desobedecido a sus padres aquella noche. Pero Lilith no fue consciente en ningún momento del peligro que corría hasta que escapó.

Alta, delgada, de un pelo Rubio casi antinatural, teñido diría yo, aunque no podría confirmarlo. Era una muchacha bastante sencilla de unos 19 o 20 años y podríamos pensar de ella muchas cosas, pero probablemente no acertaríamos en nuestras predicciones, pues dentro de su presunta inocencia hasta ella escondía secretos. Secretos oscuros que pondría los pelos de punta al más duro entre los duros, hasta a John si los conociese.

No obstante y a pesar de todo, ella huía, lo hacía como si la vida dependiese de ello, lo cual no era necesariamente cierto, pero claro, el miedo a lo desconocido y una situación de secuestro pueden presagiar lo peor, más aun en una mente retorcida como la suya. Y es que como bien dice el dicho "piensa el ladrón que todos son de su condición".

Los gritos de mosqueo se dispersaban por todo el bosque haciendo resonar la voz de John en su cabeza. Como un martillo, sus blasfemias golpeaban su pensamiento y la trasladaban a un imaginario paraíso de la tortura, en el que ella tantas veces había soñado estar, pero del lado contrario al que se estaba refiriendo su actual y dramática fantasía. 

Con esto se aventuró en el bosque lo más que pudo, se aventuró tan profundamente que casi llegó a cruzarlo. Un bosque no muy extenso, aunque si espeso en el que es muy fácil perderse, pero en el que si andas lo suficiente también es relativamente encontrar la salida. Y así fue que se topó con una carretera. Asfalto bacheado y viejo que escondía, seguramente, una gran cantidad de historias de viajantes, autoestopistas y turistas perdidos. En él botaban unas pequeñas piedras de gravilla que fueron empleadas para disimular los socabones de la pista y que delataban la aproximación de un vehículo de gran tamaño. Pronto el ruido de un motor cobró protagonismo y eliminó de un plumazo a las voces que se habían instalado en su cabeza unos metros atrás, en el bosque.

Shockeada todavía por la situación se situó en medio de la carretera interponiendose al camión. Ella, logicamente, debió de pensar que este frenaría a tiempo y la atendería. Podría tener, quien sabe, algo de ropa de abrigo y agua fresca en su interior. Era momento de especulaciones y de esperanzas, esperanzas que se diluirían a la misma velocidad a la que el camión, haciendo chirriar unos desgastados e inestables frenos, la embestía violentamente para terminar proyectándola varios metros más allá.

El conductor asomó la cabeza por la ventanilla observando el cuerpo tendido en el suelo, que yacía ya inerte, aunque este jamás lo sabría, pues jamás se pararía a comprobarlo. Al hacerlo y bajar la música de su radio escuchó los gritos y las maldiciones de John y subiendo el cristal de la ventanilla a toda prisa aceleró esquivando el cuerpo para salir de allí lo antes posible.

A Lilith no le dio tiempo a ver pasar la vida ante sus ojos antes de morir, no le dio tiempo ni siquiera a ver la cara de su asesino, ni le dio tiempo a arrepentirse de haberse escapado de su prisión para hallar la muerte. Una mano helada le arrebató su jadeante aliento de un tirón y su fatigado cuerpo pasó al reposo en un parpadeo.

John, llego presto, raudo con prontitud y deprisita al lugar en el que se encontraba Lilith. Cuando la vio esgrimió una sonrisa de oreja a oreja y solo acertó a decir lo siguiente:

-Jodete zorra, esto te pasa por intentar huir de mi - se aproximó poco a poco al cadáver y arrodillándose a su lado levantó la cabeza y suspirando terminó por decir - y lo mejor de todo es que Thomas no me podrá culpar de lo ocurrido.

Rió violenta pero laceradamente en algo que mudó sin más en una tos incontrolable, maligna, sí, pero tos incontrolable después de todo. Escupió a un lado y se incorporó sobre una rodilla para alzarse definitivamente y recoger el cuerpo, el cual retiró a un costado de la calzada tapándolo como pudo con la basura que por allí había.

Él ya era feliz con su venganza. No la mató, pero sin duda fue su persecución la que la condujo a su fin. Ahora sería problema de Thomas resolver el resto del plan tras este percance "que se joda, el se empeñó en ser el cerebro", pensó para sí en voz alta.

Llamaría a Thomas para contarle lo ocurrido y se quedaría allí, plácidamente, sosteniendo en una mano la tentación de desnudarla y en la otra la sensatez de no hacer nada más.


-¡¿Qué ha pasado aquí?!- Se apresuró a decir Thomas tan pronto llego al lugar en el que John guarecía el cadáver de la joven Lilith. - Más vale que esto tenga una explicación convincente John, porque por si no eres capaz de deducirlo por ti mismo ya te adelanto yo que esto es un gran contratiempo.


Se produjo un ligero silencio tras estas palabras, silencio durante el cual John intentaba contener su risa y aparentar seriedad y entereza. Este se puso de pie para estar a la altura de Thomas, o al menos aproximarse puesto que Thomas era bastante más grande que él. Se acercó mirando de forma sesgada el cadáver y le comenzó a contar casi al oído todo lo que ocurrió, más o menos.


Thomas asintió dejando de mirar arriba, que es lo que solía hacer cuando prestaba atención a alguien. Y en ese mismo instante se apresuró a levantar el cuerpo de Lilith mientras hacía cabalas.


-Supongo que esto supone el final de nuestros planes- Dijo John.


-Es muy posible, muy posible. De todos modos ahora tenemos un muerto entre manos, no podemos dejarlo aquí. Espero que el señor Anthony no haya olvidado el pequeño favor que me debe, nos hace mucha falta. Tu  limpia el traje y dispón todo para salir mañana. Me llevo la furgoneta, tendremos que deshacernos de ella también. Consigue un vehículo e intenta limpiar tu traje. Nos vemos en la gasolinera a la hora del desayuno.


- ¿A qué hora? - preguntó John.


- A la del desayuno, John, a la hora del desayuno, la de siempre, las 9 de la mañana. - Dijo Thomas alzando la voz más de lo habitual en él para hacer énfasis en la aclaración.


- Pero ayer, por ejemplo desayunamos a las 10:30...


- ¡Ayer era domingo, por Dios!


- si... y el sábado ni si quiera llegamos a desayunar - refunfuñó John para sí mismo - a lo mejor es que ahora somos judíos y no podemos desayunar los sábados... la hora del desayuno... lo que hay que oír...


- ¿Decías algo John? - preguntó Thomas mientras cargaba el bulto en la furgoneta, una vieja pick-up que casi no se sostenía por su cuenta.


- No, nada, solo hacia cuentas... por.. lo de el traje, ya sabes. - Respondió John titubeando.


- Del pago de los trajes me ocupo yo, ya lo sabes. Tu no te preocupes por eso e intenta ser útil de vez en cuando.


Terminó de subirse a la furgoneta y arrancó en dirección a Casperville, lugar de residencia del señor Anthony.


El señor Anthony era un médico forense, probablemente uno de los más brillantes de todos los tiempos, pero nunca resolvió un solo caso con sus exámenes a cadáveres. Más bien al contrario, siempre supo ingeniárselas para, a cambio de una pequeña comisión, esconder todas las pruebas acusadoras que pasaban por sus manos.


En este caso Thomas no tenía dinero para comprar sus servicios, pero a este se le debía un enorme favor, un favor de más de 130 kilos.


La hermana menor del señor Anthony tiene un serio desajuste hormonal y este desemboca en kilos y kilos de grasa corporal. Podríamos compararla con una fabrica de jabón, pero sería jugar con la sensibilidad de muchas personas, sobre todo de las más pulcras. El caso es que Thomas, sabiendo que algún día podría requerir de sus servicios, decidió, con gran valentía, aceptar la propuesta de cita romántica con ella que el señor Anthony, viejo compañero de instituto de Thomas, le había pedido por compasión a su "hermanita".


La ventaja que según Thomas tenía la susodicha era que no hacía falta una cama para acostarse con ella, pues ella era la cama. Obviamente con ese comentario no mejora su dignidad, pero al menos le quita un poco de hierro al asunto.


Lo importante es que por fin podría cobrarse el favor, así que aparcó delante de la casa de Anthony y se dirigió al portal para llamarle.


- ¿Sí, quién llama? - respondió una voz a través del portero automático.


- Soy un amigo del Dr. Anthony, ¿está en casa?, es muy urgente. - dijo Thomas.


-¿Thomas, eres tú, Thomas? mi hermano no está en casa aun, pero sube, puedes esperarle aquí.


"Mi hermano... ¿mi hermano? ¿qué demonios hace la vaca chiflada en casa de Anthony?". Thomas comenzó a subir las escaleras tras asegurarse de que nadie podría ver el cadáver dentro de la furgoneta mientras no dejaba de pensar en el inevitable encuentro con Christy, la oronda hermana del señor Anthony. Su pulso se aceleraba lenta pero ferozmente y su frente comenzaba a sudar. No obstante siempre es necesario realizar sacrificios.


- Ho.. hola Christy... cuanto tiempo... - dijo tartamudeando y mirando al suelo.


- La verdad es que sí, ha pasado ya mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. Y la verdad... es que estaba deseando volver a verte... no he dejado de pensar en aquella noche y hoy todavía tenemos un par de horas o tres hasta que regrese mi hermanito de su partida de poker. - mientras terminaba de hablar en la cabeza de Thomas retumbaban esas dos o tres horas como el badajo de una campana rebotando contras las paredes de una cueva.


- Para mi también fue una noche inolvidable Chri.... - su palabra se quebró a medida que levantaba la vista del parqué de la casa y la iba posando sobre el cuerpo de Christy. - Chri... ¿Christy?... Casi no te reconozco, estás... preciosa.


Una remozada y mucho más delgada Christine Mayers se apareció frente a sus ojos, deslumbrando con su nuevo look al bueno de Thomas, que no salía de su asombro. Ahora las dos o tres horas de espera ya no eran un problema para él, si no todo lo contrario. Se le ocurrían muchas formas de pasar el tiempo dada la nueva circunstancia y el nuevo giro de la historia.


- Pasa, siéntate. ¿Quieres que te traiga algo de beber? ¿has cenado? puedo prepararte algo si quieres, tengo chuletas de cerdo en la nevera y queda algo de puré de patata del mediodía.


- No, descuida, no tengo hambre. Pero cuéntame, ¿cómo... cómo has conseguido...? bueno... ya sabes, ¿perder tanto peso?


- Mi hermano, tiene un colega de la facultad que es un especialista en el tema, hace auténticos milagros. Me ofrecí voluntaria para probar un nuevo tratamiento que está ayudando a desarrollar y bueno, ya me ves. 74 kilos menos en dos años y medio. Por eso estoy aquí, insistió en que me quedase en su piso mientras durase todo esto, por si tras alguna de las vacunas que me han ido poniendo necesitase un médico.


- Un forense en este caso - bromeó Thomas comenzando a mostrar su elegancia habitual. - de todos modos parece que el riesgo a merecido la pena.


- ¿Es que antes no te resultaba atractiva? ¿no eras tu quien me decía una y otra vez que la belleza está en el interior mientras me...


- Si, si, si, si, si. Pero ahora no solo eres bonita por dentro. - dijo John cortando una más que posible obscenidad por parte de Christy.


- Gracias Thomas, eres un cielo.


La conversación prosiguió durante más de 4 horas y Anthony todavía no llegaba. Thomas parecía no darse cuenta de eso mientras tonteaba con Christy, quien no dejaba de mirar el reloj de su muñeca con preocupación entre cada trago de vino y palabra de asentimiento para Thomas. Entonces, quizás por la borrachera, o quizás simplemente por los encantos de un Thomas que desbordaba elocuencia y caballerosidad por cada poro de su piel, es cuando ella decidió invitarlo a su cama, mueble que por cierto ahora sí sería necesario.

martes, 21 de febrero de 2012

Detalles elementales de mis métodos de escritura.

A veces me preguntan que cómo hago para escribir, que de dónde saco la inspiración y siempre digo que es innato, que simplemente escribo. Pero no es tan sencillo como eso. La musicalidad, es la musicalidad la que desliza mis dedos sobre este soporte llamado teclado. No escribo, canto, no creo historias, si no melodías, llevo la poesía a cualquier terreno que pueda de un modo inconsciente.

Por supuesto que existe un trabajo detrás de esto, pero es tan irrelevante que la mayoría de las veces pienso que es mejor no terminar lo que de un modo natural expira. Es decir, que cuando la música se acaba no merece la pena intentar los bises o repetir el estribillo.

Poco a poco creo que voy encontrando nuevas rutas hacia la constancia en esta tarea. Localizo un tema musical que me libere y lo repito. Lo que voy escribiendo surge con la misma cadencia que la canción, si esta cambia, el texto también. Es bonito y poético si la canción es tranquila y pausada, se vuelve dinámico si se acelera o llega a resultar confuso cuando suena algo rápido y atropellado.

Alguien con la habilidad suficiente podría descubrir con solo leerme el tipo de música que he escuchado mientras narraba cada una de mis historias o pensamientos. Y quizás os rete a ello, quizás os ponga a prueba...

Recomiendo fijarse en los signos de puntuación, en si hay rimas y con que frecuencia, en las pausas entre estrofas. Todo lo que se puede deducir de estos gestos que parecen surgir sin motivo aparente o que son en teoría controlados. De eso nada, todo responde a algo, todo tiene un motivo y todo es deducible si se sabe observar. Uds. mandan, ¿os apetece intentarlo?