La suerte siempre nos vigila.

martes, 21 de febrero de 2012

Detalles elementales de mis métodos de escritura.

A veces me preguntan que cómo hago para escribir, que de dónde saco la inspiración y siempre digo que es innato, que simplemente escribo. Pero no es tan sencillo como eso. La musicalidad, es la musicalidad la que desliza mis dedos sobre este soporte llamado teclado. No escribo, canto, no creo historias, si no melodías, llevo la poesía a cualquier terreno que pueda de un modo inconsciente.

Por supuesto que existe un trabajo detrás de esto, pero es tan irrelevante que la mayoría de las veces pienso que es mejor no terminar lo que de un modo natural expira. Es decir, que cuando la música se acaba no merece la pena intentar los bises o repetir el estribillo.

Poco a poco creo que voy encontrando nuevas rutas hacia la constancia en esta tarea. Localizo un tema musical que me libere y lo repito. Lo que voy escribiendo surge con la misma cadencia que la canción, si esta cambia, el texto también. Es bonito y poético si la canción es tranquila y pausada, se vuelve dinámico si se acelera o llega a resultar confuso cuando suena algo rápido y atropellado.

Alguien con la habilidad suficiente podría descubrir con solo leerme el tipo de música que he escuchado mientras narraba cada una de mis historias o pensamientos. Y quizás os rete a ello, quizás os ponga a prueba...

Recomiendo fijarse en los signos de puntuación, en si hay rimas y con que frecuencia, en las pausas entre estrofas. Todo lo que se puede deducir de estos gestos que parecen surgir sin motivo aparente o que son en teoría controlados. De eso nada, todo responde a algo, todo tiene un motivo y todo es deducible si se sabe observar. Uds. mandan, ¿os apetece intentarlo?

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